Buscar este blog

lunes, 6 de mayo de 2013

El Hombre que le envia cartas a Camila

AUTOR: SANTIAGO QUISPE
Alumno Curso de Técnicas Narrativas
(Perú)



Me sedan cuando me tocan visitas, y de esa manera no soy completamente yo. A veces me da la impresión de que me preguntan algo, pero no los escucho, se interpone siempre una ventana, trato de adivinar, de leer sus labios. ¿Cómo estás? puede ser, y yo no sé que responderles. Yo quiero abrazarles, pero no me dejan y cómo me hacen falta sus abrazos, cualquier abrazo en realidad, pero si viene de mi familia sería mejor. No pido que me saquen de aquí, si por intermedio de mis actos le hice daño Camila, si le he hecho algo malo y merezco estar encerrado pues adelante. Pero aún si todo mi encierro es un acto de justicia, soy humano y no puedo dejar de anhelar y de extrañar, porque yo extraño, extraño los brazos de mi hermana, extraño los brazos de mi madre. Por eso quiero estar completamente consciente y no sedado cuando me visitan. En que ha acabado mi vida, en que, en castigo, en soledad, porque las visitas son solo unas dos veces al mes, pero es tanta la ansiedad con las que los espero, que cuando llega la siguiente visita parece que han pasado meses, y no semanas como sucede en realidad.
Hermana perdóname, mamá perdóname por traerles sólo problemas, yo no quiero que se aflijan, yo los quiero, y a cada rato, al igual como quiero a Camila, me paro acordando de ustedes, no dejo de percibir que me quieren, lo sé porque llega una calidez a mi corazón y este se hincha de afecto. Me muero de ganas de abrazarlos, por eso escribo cartas, ya ni siquiera quiero demostrar que estoy cuerdo, sólo quiero decirles que los quiero, que recuerdo algún detalle particular de mamá y la quiero, la quiero por su sopa de novios, la quiero por las carnes que fríe para mí, carnes de res que manda la abuela desde el note especialmente para su nieto favorito que soy yo. Quiero a mi hermana, cuando me llevaba al trabajo ese ad honoren para el cuñado de Camila, el mismo postre de siempre y aunque ya me tiene hinchado con su chiskaque de maracuyá, lo comía con agradecimiento. Extraño a Camila especialmente cuando la sacaba de quicios, porque yo era una bestia, y luego estallaba en insultos, y para mí se veía linda hasta cuando se molestaba, y por eso era osado y me aventuraba aún más, dándole una respuesta que sabía que lo más seguro era que la pondría más molesta y explotaba, y tenía que correr a cubrirme con lo que pudiera, como si intuyera que me fuera a pegar y ponía mis brazos sobre mi rostro y yo sé que ese gesto a ella le causa gracia, y era infalible porque se le quitaba poco a poco lo molesta y estallaba pero ahora en risas porque aunque era una bestia, sabía hacerla reír, había aprendido muy bien como calmar su ira

No hay comentarios: