AUTOR: SANTIAGO QUISPE
Alumno Curso de Técnicas Narrativas
(Perú)
Me sedan cuando
me tocan visitas, y de esa manera no soy completamente yo. A veces me da la
impresión de que me preguntan algo, pero no los escucho, se interpone siempre
una ventana, trato de adivinar, de leer sus labios. ¿Cómo estás? puede ser, y
yo no sé que responderles. Yo quiero abrazarles, pero no me dejan y cómo me
hacen falta sus abrazos, cualquier abrazo en realidad, pero si viene de mi
familia sería mejor. No pido que me saquen de aquí, si por intermedio de mis
actos le hice daño Camila, si le he hecho algo malo y merezco estar encerrado
pues adelante. Pero aún si todo mi encierro es un acto de justicia, soy humano
y no puedo dejar de anhelar y de extrañar, porque yo extraño, extraño los
brazos de mi hermana, extraño los brazos de mi madre. Por eso quiero estar
completamente consciente y no sedado cuando me visitan. En que ha acabado mi
vida, en que, en castigo, en soledad, porque las visitas son solo unas dos veces
al mes, pero es tanta la ansiedad con las que los espero, que cuando llega la
siguiente visita parece que han pasado meses, y no semanas como sucede en
realidad.
Hermana perdóname, mamá perdóname
por traerles sólo problemas, yo no quiero que se aflijan, yo los quiero, y a
cada rato, al igual como quiero a Camila, me paro acordando de ustedes, no dejo
de percibir que me quieren, lo sé porque llega una calidez a mi corazón y este
se hincha de afecto. Me muero de ganas de abrazarlos, por eso escribo cartas,
ya ni siquiera quiero demostrar que estoy cuerdo, sólo quiero decirles que los
quiero, que recuerdo algún detalle particular de mamá y la quiero, la quiero
por su sopa de novios, la quiero por las carnes que fríe para mí, carnes de res
que manda la abuela desde el note especialmente para su nieto favorito que soy
yo. Quiero a mi hermana, cuando me llevaba al trabajo ese ad honoren para el
cuñado de Camila, el mismo postre de siempre y aunque ya me tiene hinchado con
su chiskaque de maracuyá, lo comía con agradecimiento. Extraño a Camila
especialmente cuando la sacaba de quicios, porque yo era una bestia, y luego estallaba
en insultos, y para mí se veía linda hasta cuando se molestaba, y por eso era
osado y me aventuraba aún más, dándole una respuesta que sabía que lo más
seguro era que la pondría más molesta y explotaba, y tenía que correr a
cubrirme con lo que pudiera, como si intuyera que me fuera a pegar y ponía mis
brazos sobre mi rostro y yo sé que ese gesto a ella le causa gracia, y era
infalible porque se le quitaba poco a poco lo molesta y estallaba pero ahora en
risas porque aunque era una bestia, sabía hacerla reír, había aprendido muy
bien como calmar su ira
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