Punto de vista
El punto de vista es el
elemento más complicado de la narración. Si bien es posible analizarlo,
definirlo, esquematizarlo, se trata en última instancia de una relación entre
escritor, personajes y lector que, como toda relación, tiene sus sutilezas.
Podemos discutir sobre el narrador, la omnisciencia, el tono, la distancia o la
credibilidad en determinado cuento, pero ninguna conclusión que saquemos lo
ubicará en el mismo casillero con otro cuento.
En primer lugar debemos
desechar la acepción común de la frase “punto de vista” como sinónimo de
opinión, como cuando decimos por ejemplo “desde mi punto de vista debe haber
pena de muerte”. La visión del autor acerca de lo que es o debería ser el mundo
se nos revelará al final, según el uso que haga del punto de vista; y no al
revés: identificar las creencias del narrador no sirve para describir el punto
de vista en el relato. En lugar de pensar que el punto de vista consiste en la
opinión o las creencias del autor, hay que tomarlo de un modo más literal, como
“el punto desde donde se mira mejor”.
¿Quién se ubica dónde para
mirar la escena?
O, mejor, como estamos
hablando de lenguaje, las preguntas deben ser: ¿Quién habla, a quién, cómo, a
qué distancia de la acción, con qué limitaciones?: aspectos todos relacionados
con la elección del punto de vista. Dado que el autor quiere hacernos compartir
su perspectiva, las respuestas nos ayudarán a descubrir su opinión, sus
juicios, su actitud o su mensaje.
¿QUIÉN HABLA?
La primera decisión que debe
tomar un autor respeto al punto de vista tiene que ver con el narrador. He aquí
la clasificación más simple que se puede hacer acerca de quién habla: un cuento
puede ser narrado en tercera persona (Ella pasea bajo la luz de la luna), en
segunda persona (Paseas bajo la luz de la luna) o en primera persona (Paseo
bajo la luz de la luna). Los relatos en segunda y tercera persona los cuenta un
narrador, los relatos en primera persona, un personaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario